El juego en la niñez: un aspecto clave para el aprendizaje

El juego forma parte esencial del desarrollo y sirve para explorar, interpretar y enseñar diferentes tipos de roles sociales observados, contribuye a expresar y a regular las emociones.
Por: Fabricio Arnella
29/11/2021
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La seguridad y la confianza son pilares de todo ser humano libre y feliz. Ambas se cimentan con mayor fuerza en la niñez, siendo el amor nuestra base constituyente. En este proceso de formación de personalidad, Lev S. Vigotsky (1896-1934) ubica al juego como una realidad cambiante y sobre todo impulsora del desarrollo mental del niño y la niña.

El juego que permite trasladar al campo de la imaginación situaciones que el niño y la niña no podrán realizar en edades tempranas, aportando así al desarrollo del pensamiento abstracto, por un lado, como también al desarrollo de su identidad y al aprendizaje de cómo gestionar la vida cotidiana. El componente lúdico es una herramienta importante de socialización. A través del juego se trabaja el conocimiento de reglas de relacionamiento, la comprensión de los procesos de cambio y transformación y la diversidad de roles.

Decimos que la teoría de Vigotsky es constructivista porque a través del juego, el niño construye su aprendizaje a partir del abordaje de su propia realidad social y cultural. Jugando con otros niños amplía su capacidad de comprender la realidad de su entorno social natural aumentando continuamente lo que Vigotsky llama "zona de desarrollo próximo".

La "zona de desarrollo próximo" es "la distancia entre el nivel de desarrollo cognitivo real, la capacidad adquirida hasta ese momento para resolver problemas de forma independiente sin ayuda de otros, y el nivel de desarrollo potencial, o la capacidad de resolverlos con la orientación de un adulto o de otros niños más capaces".

En resumen, el juego forma parte esencial del desarrollo ya que amplía continuamente la llamada zona de desarrollo próximo. Sirve para explorar, interpretar y enseñar diferentes tipos de roles sociales observados, contribuye a expresar y a regular las emociones.

En el mundo actual se nos presenta el desafío de dejar de lado el adultocentrismo para asimilar la importancia de la niñez como agente socializadora de la transmisión lingüística familiar y de la construcción de realidades, capaces de superar las limitaciones propias de una adultez carente de imaginación y fantasía.

La colombiana Adriana Salazar y su equipo llevan una experiencia de casi 20 años con el programa “Ajedrez en el aula”¹, con el sagrado principio de jugar aprendiendo y aprender jugando.

Aprender ajedrez ayuda a niñas, niños y adolescentes a estructurar el pensamiento, solucionar problemas, analizar y reflexionar, tomar decisiones, prestar atención, concentrarse, reforzar la memoria visual y la percepción, promoviendo la capacidad de planificación y disciplina en la organización mental y, por consiguiente, en la acción práctica. Salazar comparte la experiencia que han venido desarrollando en estos años, combinando la enseñanza del ajedrez con cuentos, tableros, canciones y otros recursos pedagógicos, logrando que niños y niñas puedan aprender de la manera que les resulte más cómoda.

Junto al ajedrez vienen emergiendo un montón de juegos de mesa de mesa que deberían estar en todas las aulas y las casas. Existen cada vez más opciones interesantes desde el punto de vista pedagógico y de disfrute en el aula o familia.

Coopolis, donde los valores cooperativos se ponen en juego

El objetivo del juego es la fundación de una cooperativa. El principio que transversaliza el juego es que todas las personas participantes ganan juntas.

Hay una sola ficha en el tablero que representa a todos los jugadores. La definición del trabajo cooperativo y el respeto por las reglas son requisitos para avanzar hacia la victoria. Ganar implica desarrollarse colectivamente, y ello se logra con la imaginación y el trabajo que cada jugador aporta en su turno con mímicas, dibujos y juegos de palabras. Terminar el juego implica abrir el juego a otros jugadores.

Cada jugador es un trabajador o personaje que tiene una historia y un costo de vida determinado. La cooperativa en su conjunto debe garantizar que puede solventarlo, de otro modo el juego se pierde, ya que, si uno pierde, todos lo harán. La cooperativa tiene responsabilidades concretas que todos los trabajadores deben garantizar a partir de situaciones cuya resolución depende de decisiones que se toman de forma colectiva. El dado es el azar que te lleva hacia los caminos que se transitan con cartas de suerte, de desafío y de recursos. El tablero es una comunidad con bancos, hospitales, escuelas, comercios, y la convivencia es parte de la interacción necesaria entre el mercado capitalista y la construcción de riquezas de manera más justa. Coopolis es un juego para toda la familia en la que niñas y niños, junto a adolescentes, jóvenes y adultos, podrán integrarse para cooperar entre sí.

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Juego de mesa "Coopolis". Fuente: www.centrocultural.coop

Animal sobre animal: en busca del equilibrio

Los mayores de cuatro años podrán desarrollar el equilibrio, el pulso y la habilidad manual con este juego. La dinámica consiste en apilar progresivamente figuras de animales para hacer la torre más alta posible sin derribar ninguna pieza, de lo contrario, el jugador o jugadora deberá quedarse con todas las que hayan caído del conjunto. Gana quien se quede antes sin animales para colocar.

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El juego trae consigo 29 animales de madera, 1 dado y el reglamento. Fuente: juegosdemesayrol.com.

Faraón: aprender historia y ejercitar la memoria

Encontrar los tesoros situados bajo las pirámides del tablero es la finalidad de este juego. Para ello y, en primer lugar, se extrae una carta de la baraja para determinar el tesoro a buscar durante cada turno, moviendo las pirámides hasta encontrar la reliquia correcta.

Si se logra el objetivo se conserva la carta y se saca otra nueva, si no, se pasa el turno al siguiente jugador o jugadora. Cada carta tiene asignado un valor de puntos y gana la partida el participante que obtenga más puntos al acabar la baraja. También hay que ser cauteloso ya que, si se descubre la maldición de la momia, se perderán todos los tesoros ganados. Este juego es ideal para ejercitar la memoria visual y pasar un buen rato en familia o entre amigos.

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Fuente: simple.ripley.com.pe.

El monstruo de colores para reconocer emociones

Se trata de un juego cooperativo en el que el alumnado a partir de cuatro años debe recoger las fichas con las distintas emociones y depositarlas en el tarro que corresponda. En ese momento, el participante tiene que expresar con alguna palabra lo que le hace sentir esa emoción (amor, calma, rabia, miedo, tristeza y alegría). Puede que el monstruo se haga un lío, pero estará la amiga o el amigo para ayudarnos en esos momentos. De este modo, se ‘ordenan’ las emociones y los más pequeños aprenden a identificarlas.

Preparar a nuestros niños y niñas para asimilar y mejorar este mundo, requiere de mucha imaginación. El juego o elemento lúdico, tomado con la seriedad que reclama el aprendizaje, es un componente humano irremplazable para ello.

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La ilustradora Anna Llenas creó El Monstruo de Colores para construir una herramienta con la que los más pequeños puedan hablar de sus emociones a través del juego. Fuente: http://www.interempresas.net/

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