El tiempo que invierten los jóvenes frente a una pantalla ya sea en una computadora, celular u otro dispositivo, ha aumentado debido al confinamiento por la pandemia. La interacción y la socialización con sus compañeros de clase, amigos o familiares cambió y ahora se realiza en línea mediante redes sociales o plataformas tecnológicas. Esto deriva en gran cantidad de distractores en una clase en línea. De cierta manera es fácil comprender por qué el tiempo de atención en una clase en línea es mucho menor. Sin embargo, variando el estímulo de una práctica virtual a una física podemos captar mejor la atención a la vez que los estudiantes aprenden de forma vivencial y divertida.
Los laboratorios de ciencias son importantes para trasladar los fenómenos que ocurren en la naturaleza a un medio controlado. En internet existe una gran cantidad de laboratorios online y simuladores que son útiles para explicar algunos fenómenos naturales y que bien podrían sustituir a una práctica de laboratorio presencial. No obstante, derivado de una serie de actividades que realicé con mis estudiantes, encontré una preferencia significativa hacia la realización de experimentos físicos con materiales que tienen en casa en lugar de utilizar simuladores. En este artículo les comparto los resultados de mi experiencia.
“Fue la clase que más disfruté. Los experimentos estuvieron padrísimos y mi mamá siempre escuchaba la clase conmigo y también le gustaba mucho”.
Los jóvenes necesitan experimentar para aprender cosas nuevas o reforzar las ya aprendidas, es por eso que no poder asistir al laboratorio escolar de forma presencial dificulta su aprendizaje. Es así como surge la idea de adaptar las prácticas del curso y trasladar el laboratorio a casa para que los estudiantes de primer semestre del curso Fundamentos de la vida (agosto-diciembre 2020) en la Prepa Tec Campus Morelia pudieran tener una experiencia vivencial con materiales que normalmente ya tienen en casa. En algunas ocasiones podían tener alternativas para cambiar unos materiales por otros, pero el objetivo principal fue cambiar el estímulo para el aprendizaje y animar a que los alumnos se “alejen” al menos por un periodo corto de tiempo de las actividades diarias realizadas en computadora.
Los alumnos realizaron cinco prácticas de laboratorio, una de ellas, ya prediseñada en el curso para ese semestre. La primera práctica consistió en conocer el uso del microscopio óptico. Para ello, utilicé el simulador que ya venía precargado para contrastar la opinión de los estudiantes con las cuatro prácticas vivenciales posteriores. A continuación, les comparto una breve descripción de cada actividad en el orden que las llevaron a cabo:
Cada práctica se desarrolló en dos momentos durante una semana:
El reporte del equipo se conformó de dos partes:
Al final del semestre apliqué una encuesta a los estudiantes que cursaron la materia. Respondieron 77 alumnos de un total 102 de cuatro grupos distintos. A continuación, comparto los resultados más relevantes:
“A mi hermano le encantaba hacer los experimentos conmigo e incluso me pedía que le explicara por qué pasaban algunas cosas. Fue muy entretenido y emocionante”.
En conclusión, llevar el laboratorio de ciencias a casa fue del agrado de los alumnos porque realizaron otro tipo de actividades académicas separándose un poco de la computadora ya fuera para preparar los materiales que iban a usar, realizar el experimento o tomar fotografías a lo largo del proceso. Cabe mencionar que en algunos casos los estudiantes repitieron el experimento varias veces para observar lo que sucedía o mejorar sus resultados. Asimismo, este tipo de prácticas aun con materiales sencillos y caseros les ayuda a los alumnos para reforzar conocimientos y comprender mejor los fenómenos estudiados. En algunos casos, también los hermanos, madres y padres de familia se involucraron tanto en la preparación de la práctica como en su desarrollo.
Los invito a realizar en sus cursos actividades que les permitan a los alumnos distanciarse por un tiempo de las actividades académicas en línea y si fuera posible, que les permitan también interactuar con otros miembros de su familia para fomentar su desarrollo integral.
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Por María del Pilar Ponce Cincire, para el Observatorio de Innovación Educativa del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, bajo licencia CC BY-NC 4.0.
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